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Cuatro Meses en la Cárcel





    

Relatos

Relatos de Juan Pablo Ríos

"Nuestro caminar con Cristo"

Fecha: Octubre del 2003

CUATRO MESES EN LA CARCEL

Hola amigo, donde quiera que estés.

Voy a relatarte una historia de la vida real que cuando la conocí, me conmovió profundamente y cambió mi forma de ver lo que nosotros llamamos dificultades de la vida.

Luis Miguel es un compañero y amigo que trabaja como representante médico de una compañía farmacéutica en la ciudad de Chihuahua, Chih. México.

En febrero pasado aprovechó sus vacaciones para visitar a unas amistades a alburquerque, nuevo México. Antes de partir, su hermana le regaló una Biblia sin ningún motivo aparente. El se sorprendió y la recibió con extrañeza, pero la empacó también.

Como viajó en su automóvil, compró un seguro en una gasolinera de cd. juárez, cruzó la frontera y se encaminó a su destino.

El mismo día que llegó a Alburquerque, todavía sin visitar el domicilio de sus amistades, chocó el automóvil de una mujer americana cuando ésta se le atravesó imprudentemente. El choque no había sido aparatoso, llegó la policía, le pidieron sus documentos y póliza de aseguramiento del vehículo. como Luis Miguel domina el inglés, él le presentó todo lo que solicitaba el oficial y le dijo que él no era culpable y que había testigos alrededor que le podían comprobar que él era inocente. Sin embargo el policía le dijo que el seguro no valía por estar llenado a mano y que lo arrestaba por provocar un accidente y circular sin aseguramiento del vehículo, al momento de decir estas palabras, el oficial rompía la póliza en la cara de Luis Miguel.

Lo detuvieron a pesar de que Luis Miguel le decía que conocía sus derechos y quería hablar al consulado mexicano. Lo llevaron a la cárcel del condado y no le permitieron hacer llamadas telefónicas por dos días. Luego lo llamaron a la corte, donde se presentaron los cargos ya comentados más otro por lesiones y daños en su propiedad a una ciudadana norteamericana y le preguntó el juez si se declaraba culpable.

Luis Miguel dijo que él era inocente de haber causado el accidente y que él sí llevaba una póliza de aseguramiento pero que el policía la había roto por estar llenada a mano.

El juez le dijo a Luis Miguel que si aceptaba su culpabilidad, lo sentenciaba a pagar una multa de 4,000 dólares y quedaba en libertad. Y nuevamente le preguntó si se declaraba culpable.

Luis Miguel no alcanzaba a captar lo que pasaba, su mente no aceptaba declararse culpable de algo que no cometió y mucho menos de dónde obtener 4,000 dólares en esos momentos, así que se declaró inocente.

Entonces el juez declaró su sentencia. Lo condenaba a 6 meses de cárcel en la penitenciaría estatal o al pago de una fianza de 17,000 dólares.

Luis Miguel se quedó perplejo, se sentía impotente ante esa injusticia y solo balbuceó que no tenía ese dinero. Así que el juez lo mandó a la prisión estatal.

En la vida de Luis Miguel había pasado situaciones difíciles, pero lo que se avecinaba para él, era algo que ni en sus sueños más disparatados lo había imaginado.

Solo le permitieron llamar a su familia en Chihuahua para que se enteraran de su arresto y que ellos le comunicaran al gerente de su trabajo de su triste situación.

Luis Miguel tuvo que entregar todas sus pertenencias al entrar al penal y solo le permitieron conservar la Biblia que su hermana le había regalado cuatro días atrás.


La vida en la prisión es tan semejante o peor a la que nos presentan las películas, con hombres tatuados, mal encarados, llenas de adictos a las drogas, y con gente que ha cometido crímenes de todos los calibres, con pandillas o bandos de prisioneros que se encargan de darse protección entre ellos y hacerle la vida imposible al pobre sujeto que toman como su diversión, así como guardias abusivos, discriminadores, déspotas y hasta enfermos de poder al sentirse con autoridad en el penal.

Este era el mundo que le tocaba vivir a Luis Miguel. Al principio, sentía una rabia inmensa por sentirse ultrajado en su libertad, no encontraba justificación alguna de por qué se encontraba en ese lugar, se sentía víctima de una macabra broma que en cuestión de días le cambiaba radicalmente su vida.

Le tocó estar en una celda con un compañero nicaragüense, quien no le hablaba en los primeros dos días. El toque para levantarse se daba a las 4:30 de la mañana, para luego desayunar a las 5 a.m. la siguiente comida era a las 12 del día para terminar con una cena a las 5 de la tarde. Luego de ese tiempo, no había posibilidad alguna de volver a comer hasta la siguiente mañana, así que lo que le servían lo comía por necesidad, y si alguno de los jefes de las bandas quería su comida o simplemente se la tiraba y la pisaba, Luis Miguel tenía que esperar varias horas o el día siguiente para comer un bocado. Claro que Luis Miguel aprendió a comer lo que nunca pensó que comería, porque la comida en los penales dista mucho de ser higiénica y apetitosa.

En fin, luego de 3 días, de sentirse una víctima del destino y viendo que su ira no le servía de nada y que no se avizoraba otra solución que purgar su condena, se dio por vencido y aceptó en su pensamiento que viviría un tiempo en la prisión y que finalmente recobraría su libertad para empezar desde cero.

Terminando de desayunar del 4to día y como no tenía nada que hacer, se sentó a leer la Biblia, la misma que le había regalado su hermana antes de partir de Chihuahua. No bien habían pasado unos minutos cuando se le acercó el nicaragüense y otro preso y le pidieron que les hablara de Dios por que ellos no sabían leer. Luis Miguel se sorprendió ante tan inusual petición. Él de niño había ido al catecismo y a misa los domingos con su familia, pero desde que entró a estudiar la preparatoria había dejado de ir a la iglesia, aunque reconocía que creía en Dios, pero a su manera.

Les dijo que él no conocía mucho de Dios, pero que ahí tenían la palabra de Dios y que él se las podía leer para ir conociendo todos juntos a Dios.

Así fue como cada día. Al terminar el desayuno, se reunían para leer y meditar la palabra de Dios, después de unos 5 días ya no eran 3 los que se juntaban sino 6, y después 8 y luego 10. Al final de la tercer semana, se reunían 22.

El compartir su sed de Dios, los hizo conocerse más profundamente en sus necesidades y en sus vidas. Fue así que Luis Miguel conoció la vida dura y difícil de muchos de ellos y se dio cuenta que algunos ni siquiera conocían la causa de las condenas que purgaban. Se propuso revisar sus casos y cual no sería su sorpresa al saber que algunos que llevaban meses en la prisión, podían salir en libertad al cubrir multas de hasta 30 dólares, pero como no sabían inglés y nadie se los hacía saber, ellos permanecían detenidos.

Para Luis Miguel la situación de estas personas era tan injusta o más, como la que él sufría, así que reunió dinero con Televisión de todos los presos y en tres días fueron liberados 3 de ellos para reintegrarse a la vida en libertad. Dos de ellos eran el único sostén de su familia y desde que los habían detenido 4 meses atrás, no sabían nada de sus familias y ni siquiera habían podido comunicarse para avisarles que estaban detenidos. El otro era el sostén de sus padres enfermos y tampoco sabía nada de ellos.

Continuaron las meditaciones y la lectura de la Biblia después del desayuno y de la cena. Y se llenaban de esperanza de una vida mejor cuando salieran de ahí. Luego empezaron con oraciones espontáneas de peticiones y agradecimientos por los compañeros que acababan de ser liberados. Y finalmente estructuraron cada reunión con una oración inicial para pedirle luz al Señor para poder leer su palabra y que fuera provechosa a sus corazones, luego hacían la lectura, luego la meditaban en silencio, compartían enseguida sus pensamientos, y terminaban con una oración de petición por sus necesidades y de agradecimiento.

Curiosamente, durante las reuniones de lectura y oración, nadie los molestaba, ni otros prisioneros ni los celadores. Los pandilleros que tanto daño causaban sencillamente no los tocaban.

De alguna manera ya eran identificados tanto por los celadores como por los prisioneros como “ hermanos “.

Luis Miguel en más de una ocasión se vio inmiscuido en riñas donde había heridos y lesionados en los choques entre pandillas, pero a pesar de todo, los demás los respetaban.

Pasaron más semanas y Luis Miguel había logrado la liberación de 6 prisioneros más.

En el tercer mes recibió una carta de uno de los presos liberados quien le contó que había ido a buscar a su padre, de quien no sabía en los últimos 8 años y con quien estaba enojado desde niño. Lo encontró en cama, en la etapa terminal de un cáncer de hígado, se reconcilió con él, se quedó con él, lo atendió por 4 días hasta que falleció, en su lecho de muerte le expresó que lo había extrañado toda la vida y que lo amaba y que le prometía ser un hombre de bien de ahora en adelante. Su padre lo escuchó, le pidió perdón por no haber sabido ser un padre para él y le dio gracias a Dios por poder estar en paz con su hijo, luego expiró.

En su carta el prisionero liberado le expresaba las gracias por haberlo ayudado a salir de la prisión y por haberle hablado de Dios y del perdón.

Como esta experiencia se fueron tejiendo otras en las vidas de cada uno de los liberados y de las familias de los que permanecían en la prisión.

Fue entonces que Luis Miguel encontró la razón de por qué estaba él detenido ahí, entonces le pidió perdón a Dios por haber sido tan rebelde.

Al finalizar el cuarto mes, debido a su buena conducta, lo liberaron.

Fue un día de tristeza y de alegría para los presos “ hermanos “ porque realmente lo estimaban y lo querían. Le pidieron de recuerdo que les regalara la Biblia para poder ellos seguir cultivando en sus corazones la palabra de Dios y Luis Miguel con gusto se las dejó. Nunca pensó Luis Miguel que sentiría tristeza al abandonar la prisión y a sus compañeros al cabo de 4 meses. Les prometió que continuaría en contacto a través de cartas.

Los oficiales le regresaron sus pertenencias y le comunicaron que como era un extranjero indeseable en los Estados Unidos, lo mandaban al departamento de migración y naturalización para deportarlo y suspender su ingreso al territorio de los Estados Unidos por los siguientes 10 años, con pena de mandarlo a prisión por 30 años si se descubría como violador de estas disposiciones.

Así que Luis Miguel fue expulsado junto con otras personas indocumentadas, después de muchas vejaciones, por Nuevo Laredo, Tamaulipas.

De nuevo estaba en México y en libertad y con una incertidumbre sobre su situación actual. Con dificultades logró trasladarse a Chihuahua. ¿Con qué cara se presentaría en su trabajo y justificaría su ausencia de 4 meses? Ya daba por un hecho que estaba despedido de su trabajo por abandono de empleo, de todas maneras pensó en pedir disculpas personalmente en su empresa y tratar de explicar lo que le había sucedido.

A su regreso a la ciudad de Chihuahua, todo fue fiesta para sus familiares y para él. Luego al día siguiente se encaminó a su empresa y solicitó hablar con su gerente. Miles de pensamientos cruzaban por su mente en la pequeña antesala durante los minutos que esperaba para ser recibido.

Finalmente pensó: Señor tú me llevaste y me trajiste, ayúdame a no dejar una mala impresión en este trabajo para que pueda tener recomendaciones laborales ahora que tanto las voy a necesitar.

Luego fue pasado al interior de la oficina donde el gerente lo esperaba.

Fue recibido cordialmente y antes de que Luis Miguel pudiera empezar a hablar sobre lo que había vivido en los últimos meses, el gerente le comentó que había cruzado por su mente la idea de despedirlo y buscar una persona que lo reemplazara, pero debido a que las ventas que Luis Miguel manejaba, se habían mantenido e incluso mejorado durante los últimos meses, abandonó por completo esa idea. El gerente pensó que el trabajo que Luis Miguel había desempeñado era realmente excelente porque aún cuando él estaba ausente, seguían las ventas viento en popa y mejorando, por lo que lo recomendó con los ejecutivos de la empresa para un ascenso o promoción, así que si Luis miguel aceptaba, sería promovido a la organización de los eventos en los estados Unidos.

Luis Miguel no podía creer lo que escuchaba, luego le dijo al gerente que debido a su detención en Alburquerque, tenía prohibido viajar a los Estados Unidos en los próximos 10 años. Entonces el gerente le preguntó que si podía viajar a Europa, Latinoamérica y Asia, y Luis Miguel contestó que sí. Así que fue asignado a la organización de los eventos de su compañía en Europa, Latinoamérica y Asia. Por lo que le entregó su nombramiento y lo mandó a cancún para una convención que se celebraba en 3 días.

Todavía estupefacto por lo que acababa de pasar y sin asimilar que de hecho nunca había perdido el trabajo, sino que después de una ausencia de 4 meses regresa con un ascenso; el gerente para despedirse le entrega un sobre. Luis miguel le pregunta qué documento es y el gerente le contesta que es un bono que se había ganado por las buenas ventas. Luis Miguel abre el sobre y con el corazon dándole un vuelco ve que la cantidad corresponde al sueldo... ¡de los últimos 4 meses!

Luis Miguel levantó su vista al cielo y exclamó ¡Gracias Señor, muchas gracias por tu generosidad!

A partir de ese momento, las cosas cambiaron para bien en la vida de Luis miguel y su familia.

Tres días después estaba en el lobby de un reconocido hotel en Cancún, y al momento de registrarse, el encargado le comentó que debido a un error en la reservación, su habitación había sido asignada a otra persona, pero que el hotel se disculpaba y le ofrecía la suite presidencial como cortesía, así que Luis Miguel de conocer la frialdad de una celda pasaba ahora a ocupar una suite presidencial.

Esta misma “irregularidad” en la reservación de hoteles, se ha seguido presentando tanto en México como en Europa, donde en estos días se encuentra luis Miguel, desempeñando su trabajo con entusiasmo, sencillez y amor, con un renovado espíritu de servicio y fraternidad, creciendo y renovando su fe y su conocimiento de Dios, sin perder contacto con las personas que conoció en prisión y pidiendo a todos oraciones por las necesidades de los presos y sus familias.

Como ves amigo mío, lo que para ti puede parecerte una situación problemática y difícil de superar, para Dios es una forma de hablarte y un medio para que tu y personas alrededor tuyo, crezcan y se enriquezcan en el fragor de las pruebas.

Así lo dice san pedro en su primera carta “ humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegado el momento, él los levante. depositen en él todas sus preocupaciones, pues él cuida siempre de ustedes ” 1-pedro 5, 6-7.

¡ Hasta pronto amigo y sonríe, porque nunca estás solo y el Señor te bendice cada día!  

Con aprecio, un amigo cercano.

Juan Pablo Ríos 

Del libro “Nuestro caminar con Cristo”

 Un espacio católico de Evangelización

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