Crítica de cine
Terror en Silent Hill
Dirección:
Christophe GansProducción:
Victor Hadida, Andrew Mason, Akira Yamaoka, Samuel Hadida, Don CarmodyGuión:
Roger AvaryElenco:
Radha Mitchell, Sean Bean, Laurie Holden, Deborah Kara Unger, Kim Coates, Jodelle Ferland, Alice Krige, Tanya Allen.Esta película desapareció de la cartelera norteamericana tan rápido como debe desaparecer de las carteleras hispanas. Un guión que abre de manera intrigante y hasta sugestivo, que pretende incluso explorar el misterio del mal desde una perspectiva sobrenatural, termina convirtiéndose en un vulgar "flix" de terror, sangre, horrorosas muertes descritas cinematográficamente al detalle y una total confusión religiosa, que fracasa como película al tratar de imitar el videojuego original que la inspiró.
La producción narra la historia de Rose, que desesperada por encontrar una cura para la misteriosa enfermedad de su hija Sharon, rehúsa ingresar a la niña en una institución psiquiátrica a pesar de las recomendaciones de los médicos, y decide huir a Silent Hill, un pueblo del que su hija habla constantemente en sueños. A pesar de que su marido Christopher se opone al viaje, Rose está convencida de que la respuesta se encuentra en este misterioso lugar.
Al aproximarse al pueblo, una misteriosa figura se alza en medio de la carretera. Rose, para no atropellarla, tiene un accidente. Cuando vuelve en sí, Sharon ha desaparecido. A partir de ese momento, acompañada por una agente de policía, empieza una búsqueda desesperada en Silent Hill para encontrar a su hija. Las dos mujeres no tardan en darse cuenta de que el pueblo, que quedó desierto después de ser devastado por unos terribles incenDios, no se parece a ningún otro. La niebla es parte íntegra de un paisaje habitado por extraños seres. Además, el lugar se ve invadido periódicamente por una oscuridad viviente que cambia todo lo que toca. mientras Rose busca a su hija, empieza a conocer la historia de Silent Hill.
por las escenas de horror y muerte, referencias sexuales y confusión religiosa, el episcopado norteamericano la ha calificado como O: moralmente ofensiva.
Fuente: Aciprensa
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