Los Piratas del Caribe

 

Crítica de cine

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Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto

 

Dirección:

Gore Verbinski

Producción:

Bruce Hendricks, Mike Stenson, Chad Oman, Jerry bruckheimer, Pat Sandston

Guión:

Ted Elliott, Terry Rossio, Stuart Beattie, Jay Wolpert

Elenco:

Johnny Depp, Orlando Bloom, Keira Knightley, Jack davenport, Bill Nighy, Jonathan Pryce, Geoffrey Rush, Lee Arenberg, MacKenzie Crook, Kevin McNally, David Bailie, Stellan Skarsgard, Karly rothenberg, Tom Hollander.

El sorprendente éxito de taquilla en Estados Unidos tiene dos defectos: tiene más de 15 minutos de los necesarios para redondear el argumento y se queda abiertamente en el aire, como un capítulo de la serie “24”, para atraer a una audiencia que ciertamente no faltará en el próximo verano boreal.

Pero estos defectos se toleran con gusto en una película  de inagotable aventura e imaginación, donde los sorprendentes efectos especiales no compensan el guión, sino que se ponen al servicio de él para dar una historia que pudo haber apostado por la fórmula segura de la primera película, pero que se atreve a hilar una trama compleja pero posible de seguir, donde los malos son exquisitamente espantosos.

La trama es difícil de resumir: el Capitán Sparrow está en búsqueda de una llave misteriosa, que otros desean controlar y que abre un cofre que contiene un artículo más valioso que cualquier tesoro, pues permite a su dueño controlar todos los poderes del mar: el cofre donde se guarda el corazon –y el secreto de la inmortalidad- del horroroso y temible capitán davy Jones. Los tres amigos de la  primera aventura se vuelven a juntar así para enfrentar los desafíos que encontrarán en el camino: un horrendo monstruo marino, muertos viviente, caníbales e islas llenas de misterio. Y todo esto condimentado con elementos de principios y valores que no pueden dejarse de lado: una brújula “moral” que el Capitán Sparrow no puede controlar, hombres que saben que sólo la Biblia puede protegerlos de la muerte eterna.

Por sus escenas de violencia y superstición, el episcopado norteamericano la ha calificado como A-II: Adultos y adolescentes

 Fuente: Aciprensa

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