| Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. |
| Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. |
| Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; |
| así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. |
| Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. |
| Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. |
| Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. |
| No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. |
| Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; |
| venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. |
| Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; |
| y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; |
| y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. |
| Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; |
| pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas. |
| Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. |
| Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, |
| para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. |
| No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. |
| Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. |
| Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. |
| La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; |
| pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá! |
| Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. |
| Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? |
| Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? |
| Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? |
| Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. |
| Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. |
| Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? |
| No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? |
| Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. |
| Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. |
| Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal. |
| | |