| Por tanto, que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. |
| Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles. |
| Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. ¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo! |
| Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor. |
| Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda. |
| En esto, hermanos, me he puesto como ejemplo a mí y a Apolo, en orden a vosotros; para que aprendáis de nosotros aquello de No propasarse de lo que está escrito y para que nadie se engría en favor de uno contra otro. |
| Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido? |
| ¡Ya estáis hartos! ¡Ya sois ricos! ¡Os habéis hecho reyes sin nosotros! ¡Y ojalá reinaseis, para que también nosotros reináramos con vosotros! |
| Porque pienso que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha asignado el último lugar, como condenados a muerte, puestos a modo de espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. |
| Nosotros, necios por seguir a Cristo; vosotros, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas vosotros, fuertes. Vosotros llenos de gloria; mas nosotros, despreciados. |
| Hasta el presente, pasamos hambre, sed, desnudez. Somos abofeteados, y andamos errantes. |
| Nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. |
| Si nos difaman, respondemos con bondad. Hemos venido a ser, hasta ahora, como la basura del mundo y el desecho de todos. |
| No os escribo estas cosas para avergonzaros, sino más bien para amonestaros como a hijos míos queridos. |
| Pues aunque hayáis tenido 10.000 pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el Evangelio, os engendré en Cristo Jesús. |
| Os ruego, pues, que seáis mis imitadores. |
| Por esto mismo os he enviado a Timoteo, hijo mío querido y fiel en el Señor; él os recordará mis normas de conducta en Cristo, conforme enseño por doquier en todas las Iglesias. |
| Como si yo no hubiera de ir donde vosotros, se han hinchado algunos. |
| Mas iré pronto donde vosotros, si es la voluntad del Señor; entonces conoceré no la palabrería de esos orgullosos, sino su poder, |
| que no está en la palabrería el Reino de Dios, sino en el poder. |
| ¿Qué preferís, que vaya a vosotros con palo o con amor y espíritu de mansedumbre? |
| | |