| En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. |
| Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. |
| Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. |
| Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. |
| Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. |
| ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. |
| Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos. |
| Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. |
| Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. |
| A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. |
| Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, |
| porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir. |
| Uno de la gente le dijo: Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo. |
| El le respondió: ¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros? |
| Y les dijo: Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes. |
| Les dijo una parábola: Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; |
| y pensaba entre sí, diciendo: ¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha? |
| Y dijo: Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, |
| y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea. |
| Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán? |
| Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios. |
| Dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: |
| porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; |
| fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! |
| Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? |
| Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás? |
| Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. |
| Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! |
| Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos. |
| Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. |
| Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura. |
| No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. |
| Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; |
| porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. |
| Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, |
| y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. |
| Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. |
| Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! |
| Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. |
| También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. |
| Dijo Pedro: Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos? |
| Respondió el Señor: ¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? |
| DichBoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. |
| De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. |
| Pero si aquel siervo se dice en su corazón: Mi señor tarda en venir, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, |
| vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. |
| Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; |
| el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más. |
| He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! |
| Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! |
| ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. |
| Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; |
| estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. |
| Decía también a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: Va a llover, y así sucede. |
| Y cuando sopla el sur, decís: Viene bochorno, y así sucede. |
| ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? |
| ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? |
| Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. |
| Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo. |
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