| Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, |
| Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. |
| Pilato le preguntaba: ¿Eres tú el Rey de los judíos? El le respondió: Sí, tú lo dices. |
| Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. |
| Pilato volvió a preguntarle: ¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan. |
| Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido. |
| Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. |
| Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. |
| Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder. |
| Pilato les contestó: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? |
| (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.) |
| Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás. |
| Pero Pilato les decía otra vez: Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos? |
| La gente volvió a gritar: ¡Crucifícale! |
| Pilato les decía: Pero ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaron con más fuerza: Crucifícale! |
| Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado. |
| Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. |
| Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. |
| Y se pusieron a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! |
| Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. |
| Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. |
| Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. |
| Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. |
| Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. |
| Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. |
| Era la hora tercia cuando le crucificaron. |
| Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: El Rey de los judíos. |
| Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. |
| Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, |
| ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz! |
| Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. |
| ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos. También le injuriaban los que con él estaban crucificados. |
| Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. |
| A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?, - que quiere decir - ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? |
| Al oír esto algunos de los presentes decían: Mira, llama a Elías. |
| Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle. |
| Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. |
| Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. |
| Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. |
| Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, |
| que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. |
| Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, |
| vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. |
| Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. |
| quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro. |
| María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto. |
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