| Simón, hijo de Onías, fue el sumo sacerdote que en su vida reparó la Casa, y en sus días fortificó el santuario. |
| El echó los cimientos de la altura doble, del alto contrafuerte de la cerca del Templo. |
| En sus días fue excavado el depósito de agua, un estanque como el mar de ancho. |
| El cuidó de su pueblo para evitar su ruina y fortificó la ciudad contra el asedio. |
| ¡Que glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del velo! |
| Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena, |
| como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, |
| como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en verano, |
| como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas, |
| como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes. |
| Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria el recinto del santuario. |
| Y cuando recibía las porciones de manos de los sacerdotes, él mismo de pie junto al hogar del altar, y en torno a él la corona de sus hermanos, como brotes de cedros en el Líbano; le rodeaban como tallos de palmera |
| todos los hijos de Aarón en su esplendor, con la ofrenda del Señor en sus manos, en presencia de toda la asamblea de Israel. |
| Y cuando cumplía el ministerio de los altares ordenando la ofrenda del Altísimo Todopoderoso, |
| alargaba su mano a la copa, hacía la libación del jugo de racimo, y lo derramaba al pie del altar, como calmante aroma al Altísimo Rey universal. |
| Entonces prorrumpían en gritos los hijos de Aarón, tocaban con sus trompetas de metal batido, hacían oír su sonido imponente, como memorial delante del Altísimo. |
| Todo el pueblo entonces de repente, en masa, caía rostro en tierra, para adorar a su Señor, al Todopoderoso, Dios Altísimo. |
| Y los salmistas también le alababan con sus voces, el son vibrante formaba una dulce melodía. |
| Y suplicaba el pueblo al Señor Altísimo, orando ante el Misericordioso, hasta que terminaba la ceremonia del Señor y concluía su liturgia. |
| Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre. |
| Y por segunda vez todos se postraban para recibir la bendición del Altísimo. |
| Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes hace grandes cosas, el que exaltó nuestros días desde el seno materno, y que nos trata según su misericordia. |
| Que nos dé contento de corazón, y que haya paz en nuestros días en Israel por los siglos de los siglos. |
| Que su misericordia sea fiel con nosotros y en nuestros días nos rescate. |
| Hay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es nación: |
| los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos y el pueblo necio que mora en Siquem. |
| Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libroJesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales. |
| Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio. |
| Y si lo practica, para todo será fuerte, porque la huella que sigue es la luz del Señor. |
| | |