| En aquel tiempo se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús, |
| y dijo a sus criados: Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas. |
| Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. |
| Porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. |
| Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. |
| Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, |
| que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. |
| Ella, instigada por su madre, dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. |
| Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, |
| y envió a decapitar a Juan en la cárcel. |
| Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. |
| Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús. |
| Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades. |
| Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. |
| Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida. |
| Mas Jesús les dijo: No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer. |
| Dícenle ellos: No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces. |
| Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. |
| Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. |
| Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños. |
| Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. |
| Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. |
| La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. |
| Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar. |
| Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma, y de miedo se pusieron a gritar. |
| Pero al instante les habló Jesús diciendo: ¡Animo!, que soy yo; no temáis. |
| Pedro le respondió: Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas. |
| ¡Ven!, le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. |
| Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: ¡Señor, sálvame! |
| Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? |
| Subieron a la barca y amainó el viento. |
| Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. |
| Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. |
| Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. |
| Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados. |
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