| Acoged bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. |
| Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. |
| El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. |
| ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo. |
| Este da preferencia a un día sobre todo; aquél los considera todos iguales. ¡Aténgase cada cual a su conciencia! |
| El que se preocupa por los días, lo hace por el Señor; el que come, lo hace por el Señor, pues da gracias a Dios: y el que no come, lo hace por el Señor, y da gracias a Dios. |
| Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. |
| Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos. |
| Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos. |
| Pero tú ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú ¿por qué desprecias a tu hermano? En efecto, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios, |
| pues dice la Escritura: ¡Por mi vida!, dice el Señor, que toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua bendecirá a Dios. |
| Así pues, cada uno de vosotros dará cuenta de sí mismo a Dios. |
| Dejemos, por tanto, de juzgarnos los unos a los otros: juzgad más bien que no se debe poner tropiezo o escándalo al hermano. - |
| Bien sé, y estoy persuadido de ello en el Señor Jesús, que nada hay de suyo impuro; a no ser para el que juzga que algo es impuro, para ése si lo hay -. |
| Ahora bien, si por un alimento tu hermano se entristece, tú no procedes ya según la caridad. ¡Que por tu comida no destruyas a aquel por quien murió Cristo! |
| Por tanto, no expongáis a la maledicencia vuestro privilegio. |
| Que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. |
| Toda vez que quien así sirve a Cristo, se hace grato a Dios y aprobado por los hombres. |
| Procuremos, por tanto, lo que fomente la paz y la mutua edificación. |
| No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro, ciertamente, pero es malo comer dando escándalo. |
| Lo bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad. |
| La fe que tú tienes, guárdala para ti delante de Dios. ¡Dichoso aquel que no se juzga culpable a sí mismo al decidirse! |
| Pero el que come dudando, se condena, porque no obra conforme a la fe; pues todo lo que no procede de la buena fe es pecado. |
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