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La Biblia de Jerusalen (Catolica)
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Baruc


BAR  2: 1 
Por eso el Señor Dios nuesro ha cumplido la palabra que había pronunciado contra nosotros, contra nuestros jueces que juzgaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros príncipes, contra los habitantes de Israel y de Judá.
BAR  2: 2 
Jamás se hizo debajo del cielo entero nada semejante a lo que hizo él en Jerusalén, conforme está escrito en la Ley de Moisés,
BAR  2: 3 
hasta el punto de que llegamos a comer uno la carne de su propio hijo, otro la carne de su propia hija.
BAR  2: 4 
Y los entregó el Señor en poder de todos los reinos de nuestro alrededor para que fuesen objeto de oprobio y maldición entre todos los pueblos circundantes donde el Señor los dispersó.
BAR  2: 5 
Hemos pasado a estar debajo y no encima, por haber pecado contra el Señor Dios nuestro desoyendo su voz.
BAR  2: 6 
Al Señor Dios nuestro la justicia; a nosotros y a nuestros padres la confusión del rostro, como sucede en este día.
BAR  2: 7 
Lo que el Señor había dicho contra nosotros, todos esos males nos han sobrevenido.
BAR  2: 8 
Pero nosotros no hemos suplicado al rostro del Señor volviéndonos cada uno de los pensamientos de su perverso corazón.
BAR  2: 9 
Por eso el Señor ha estado atento a los males y los ha descargado el Señor sobre nosotros; porque es justo el Señor en todas las obras que nos ordenó;
BAR  2: 10 
y nosotros no hemos escuchado su voz siguiendo las órdenes que el Señor nos había puesto delante.
BAR  2: 11 
Y ahora, oh Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo del país de Egipto con mano fuerte, entre señales y prodigios, con gran poder y tenso brazo, haciéndote así un nombre como se ve en este día,
BAR  2: 12 
nosotros hemos pecado, hemos sido impíos, hemos cometido injusticia, Señor Dios nuestro, contra todos tus decretos.
BAR  2: 13 
Que tu furor se retire de nosotros, porque hemos quedado bien pocos entre las naciones en medio de las cuales tú nos dispersaste.
BAR  2: 14 
Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra súplica, líbranos por ti mismo, y haz que hallemos gracia a los ojos de los que nos deportaron,
BAR  2: 15 
para que sepa toda la tierra que tú eres el Señor Dios nuestro y que tu Nombre se invoca sobre Israel y sobre su raza.
BAR  2: 16 
Mira, Señor, desde tu santa Casa y piensa en nosotros; inclina, Señor, tu oído y escucha;
BAR  2: 17 
abre, Señor, tus ojos y mira que no son los muertos en el seol, aquellos cuyo espíritu fue arrancado de sus entrañas, los que dan gloria y justicia al Señor,
BAR  2: 18 
sino el alma comada de aflición, el que camina encorvado y extenuado, los ojos lánguidos y el alma hambrienta, esos son los que te dan gloria y justicia, Señor.
BAR  2: 19 
No apoyados en las obras justas de nuestros padres y de nuestros reyes derramamos nuestra súplica de piedad ante tu rostro, oh Señor Dios nuestro.
BAR  2: 20 
Porque has descargado sobre nosotros tu furor y tu ira, como habías hablado por medio de tus siervos los profetas diciendo diciendo:
BAR  2: 21 
Así dice el Señor: = Doblegad vuestra espalda, servid al rey de Babilonia, = y os asentaréis en la tierra que yo di a vuestros padres.
BAR  2: 22 
Pero si no escucháis la invitación del Señor a servir al rey de Babilonia,
BAR  2: 23 
= yo haré cesar en las ciudades de Judá y en Jerusalén el canto de alegría y el canto de alborozo, el canto del novio y el canto de la novia, y todo el país quedará hecho un desierto, sin habitantes. =
BAR  2: 24 
Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia, y tú entonces ha cumplido tus palabras, pronunciadas por medio de tus siervos los profetas: que los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros padres serían sacados de sus sepulcros.
BAR  2: 25 
Y he aquí que efectivamente yacen = tirados por el suelo al calor del día y al frío de la noche; = y ellos murieron en medio en medio de atroces sufrimientos,de hambre, de espada y de peste;
BAR  2: 26 
y la Casa sobre la que se invoca tu Nombre la has reducido al estado en que se encuentra en este día, a causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.
BAR  2: 27 
Sin embargo has obrado con nosotros, Señor Dios nuestro, según toda tu indulgencia y tu gran misericordia,
BAR  2: 28 
como habías hablado por medio de tu siervo Moisés, el día en que le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los hijos de Israel, diciendo:
BAR  2: 29 
Si no escucháis mi voz, esta misma grande, inmensa muchedumbre quedará reducida a un pequeño número en medio de las naciones donde yo los dispersaré.
BAR  2: 30 
Pues bien sé que no me escucharán, porque es un pueblo de dura cerviz; pero se convertirán en sus corazones en el país de su destierro;
BAR  2: 31 
y reconocerán entonces que yo soy el Señor su Dios. Yo les daré un corazón y unos oídos que oigan.
BAR  2: 32 
Y ellos me alabarán en el país de su destierro, se acordarán de mi nombre,
BAR  2: 33 
desistirán de su dura cerviz y de su perversa conducta acordándose de lo que les sucedió a sus padres que pecaron delante del Señor.
BAR  2: 34 
Yo les volveré a la tierra que bajo juramento prometí a sus padres, a Abraham, Isaac y Jacob, y tomarán posesión de ella. Los multiplicaré y ya no menguarán.
BAR  2: 35 
Y estableceré con ellos una alianza eterna de ser yo su Dios y ser ellos mi pueblo, y no volveré a arrojar ya a mi pueblo Israel de la tierra que les di.



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