| Entonces Ana dijo esta oración: Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro. |
| No hay Santo como Yahveh, (porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios. |
| No multipliquéis palabras altaneras.No salga de vuestra boca la arrogancia.Dios de sabiduría es Yahveh, suyo es juzgar las acciones. |
| El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen de fuerza. |
| Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo.La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita. |
| Yahveh da muerte y vida, hace bajar al Seol y retornar. |
| Yahveh enriquece y despoja, abate y ensalza. |
| Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo. |
| Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre). |
| Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo.Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido. |
| Partió Elcaná para Ramá, y el niño se quedó para servir a Yahveh a las órdenes del sacerdote Elí. |
| Los hijos de Elí eran unos malvados que no conocían a Yahveh |
| ni las normas de los sacerdotes respecto del pueblo: cuando alguien ofrecía un sacrificio, venía el criado del sacerdote, mientras se estaba cociendo la carne, con el tenedor de tres dientes en la mano, |
| lo hincaba en el caldero o la olla, en la cacerola o el puchero, y todo lo que sacaba el tenedor, el sacerdote se lo quedaba; y así hacían con todos los israelitas que iban allí, a Silo. |
| Incluso antes de que quemasen la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: Dame carne para asársela al sacerdote, no te aceptará carne hervida, sino solamente carne cruda. |
| Y si el hombre le decías: Primero se quema la grasa, y después tomarás cuanto se te antoje, le respondía: No, me lo darás ahora o lo tomo por la fuerza. |
| El pecado de los jóvenes era muy grande ante Yahveh, porque trataban con desprecio la ofrenda hecha a Yahveh. |
| Estaba Samuel al servicio de Yahveh, muchacho vestido con efod de lino. |
| Le hacía su madre un vestido pequeño que le llevaba de año en año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio anual. |
| Bendecía luego Elí a Elcaná y a su mujer diciendo: Que Yahveh te conceda descendencia de esta mujer, a cambio del préstamo que ella ha cedido a Yahveh. Y ellos se volvían a su lugar. |
| En efecto, Yahveh visitó a Ana, que concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas; el niño Samuel crecía ante Yahveh. |
| Elí era muy anciano; oyó todo cuanto sus hijos hacían a todo Israel, |
| y les dijo: ¿Por qué os portáis de ese modo que yo mismo he oído comentar a todo el pueblo? |
| No, hijos míos, los rumores que oigo no son buenos... |
| Si un hombre peca contra otro hombre, Dios será el árbitro; pero si el hombre peca contra Yahveh ¿quién intercederá por él? Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque Yahveh deseaba hacerles morir. |
| Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose grato tanto a Yahveh como a los hombres. |
| Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Yahveh. Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en Egipto al servicio de la casa de Faraón. |
| Y le elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para subir a mi altar, incensar la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he concedido a la casa de tu padre parte en todos los sacrificios por el fuego de los hijos de Israel. |
| ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo he ordenado y pesan tus hijos más que yo, cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones de mi pueblo Israel? |
| Por eso - palabra de Yahveh, Dios de Israel - yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora - palabra de Yahveh - me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran, yo les honro, pero los que me desprecian son viles. |
| He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de suerte que en tu casa los hombres no lleguen a madurar. |
| Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que yo haga a Israel y nunca habrá hombres maduros en tu casa. |
| Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se consuman y su alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres. |
| Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos hijos Jofní y Pinjás: en el mismo día morirán los dos. |
| Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia de mi ungido. |
| El que quedare de tu casa vendrá a postrarse ante él para conseguir algún dinero o una torta de pan y dirá: Destíname, por favor, a una función sacerdotal cualquiera, para que tenga un bocado de pan que comer. |
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