| Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. |
| Endereza tu corazón, manténte firme, y no te aceleres en la hora de la adversidad. |
| Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus postrimerías. |
| Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente. |
| Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el honor de la humillación. |
| Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en él. |
| Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, para no caer. |
| Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la recompensa. |
| Los que teméis al Señor, esperad bienes, contento eterno y misericordia. |
| Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y quedó abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido? |
| Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en la hora de la tribulación. |
| ¡Ay de los corazones flacos y las manos caídas, del pecador que va por senda doble! |
| ¡Ay del corazón caído, que no tiene confianza! por eso no será protegido. |
| ¡Ay de vosotros que perdisteis el aguante! ¿Qué vais a hacer cuando el Señor os visite? |
| Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos. |
| Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman quedan llenos de su Ley. |
| Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan. |
| Caeremos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, tal su misericordia. |
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