| Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. |
| Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, |
| si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos. |
| ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. |
| Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu. |
| Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, |
| pues caminamos en la fe y no en la visión... |
| Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. |
| Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle. |
| Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. |
| Por tanto, conociendo el temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres, pues ante Dios estamos al descubierto, como espero que ante vuestras conciencias también estemos al descubierto. |
| No volvemos a recomendarnos ante vosotros; solamente queremos daros ocasión para gloriaros de nosotros y así tengáis cómo responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón. |
| En efecto, si hemos perdido el juicio, ha sido por Dios; y si somos sensatos, lo es por vosotros. |
| Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. |
| Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. |
| Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así. |
| Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. |
| Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. |
| Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. |
| Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios! |
| A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él. |
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