Logo de Un Espacio Católico de Evangelización o ecatolico.com

Primera Carta de Pedro





Volver al índice de La Biblia


Primera Carta de Pedro

La PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO es una exhortación a un grupo de Iglesias situadas en cinco provincias romanas de Asia Menor. Allí, como en otras regiones del Imperio, comenzaba a vislumbrarse un horizonte sombrío para las incipientes comunidades cristianas. Los creyentes no cuestionaban las estructuras sociales o políticas de su tiempo (2. 13-14), pero habían introducido un estilo de vida nuevo, que los hacía vivir como "extranjeros" en su propio ambiente (1. 1; 2. 11). Esta forma de vida diferente no tardó en hacerse sospechosa, y la reacción de la sociedad pagana tampoco se hizo esperar. El simple hecho de ser cristiano se convirtió en un delito, "sancionado" con la calumnia, el desprecio y la hostilidad más o menos abierta (4. 14-16).

En tales circunstancias, el Apóstol Pedro escribió esta Carta desde Roma (5. 13), quizá poco antes de la persecución de Nerón (64 d. C.). Lo hizo con el fin de alentar a los cristianos a profundizar cada vez más su compromiso bautismal (3. 21), abandonando definitivamente las malas costumbres (4. 3) y desmintiendo con el testimonio de su conducta las calumnias de los paganos. De allí que la preocupación central de la Carta sea el comportamiento cristiano, no sólo dentro de la comunidad eclesial, sino también en relación con el mundo (2. 12; 3. 15-16; 4. 4).

Las repetidas alusiones al Bautismo (1. 3, 22-23; 2. 2; 3. 21) hacen pensar que Pedro, al escribir su exhortación, se inspiró en la catequesis y en la liturgia bautismal de la Iglesia primitiva. Además, su enseñanza presenta muchos puntos de contacto con la doctrina de Pablo. Este hecho es perfectamente explicable, ya que Silvano o Silas, el antiguo compañero del Apóstol de los paganos (Hech. 15. 22; 18. 5), debió prestarle una amplia colaboración en la redacción de esta Carta (5. 12).

Saludo inicial

1 1 Pedro, Apóstol de Jesucristo, saluda a los que viven como extranjeros, dispersos en el Ponto, en Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, a los que han sido elegidos 2 según la previsión de Dios Padre, y han sido santificados por el Espíritu para obedecer a Jesucristo y recibir la aspersión de su sangre. A ustedes, gracia y paz en abundancia.

EL RENACIMIENTO BAUTISMAL

La idea central de esta primera parte es la regeneración espiritual realizada en el Bautismo. Los cristianos hemos renacido a una nueva y gozosa esperanza, que no es el fruto de la imaginación o de los esfuerzos humanos, sino un don gratuito que Dios concede por medio de Jesucristo, "el Cordero" inmolado y resucitado (1. 18-21). Así llegamos a ser los destinatarios de la salvación anunciada por los Profetas, la que alcanzará su plenitud cuando el Señor se manifieste al fin de los tiempos (1. 8-10). El Apóstol invita a bendecir a Dios por esta Buena Noticia capaz de alegrarnos en medio de todos los sufrimientos y contrariedades de la vida presente (1. 3).

Pero mientras aguardamos la consumación de nuestra esperanza, debemos vivir santamente. Es lo que corresponde a quienes fuimos llamados por Dios, que es la santidad misma (1. 15-16). Eso exige, de una manera especial, que nos amemos fraternalmente "con un corazon puro" y libre de toda maldad (1. 22 - 2. 1). Tanto más cuanto que, al renacer espiritualmente, el cristiano se ha convertido en miembro del nuevo "Pueblo de Dios", un Pueblo sacerdotal fundado sobre Jesucristo. A ese Pueblo, que es la Iglesia, pasaron todos los privilegios y todas las responsabilidades del Pueblo de la Antigua Alianza (2. 4-10). "Cristiano, reconoce tu dignidad", diría el Papa san León Magno unos siglos más tarde, exhortando a los creyentes a tomar conciencia de la gracia recibida y del compromiso asumido.

La esperanza cristiana

3 Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, 4 a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. 5 Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final. 6 Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: 7 así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. 8 Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, 9 seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.

El mensaje revelado a los Profetas

10 Esta salvación ha sido el objeto de la búsqueda y la investigación de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes. 11 Ellos trataban de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el Espíritu de Cristo, que estaba presente en ellos, y anunciaba anticipadamente los sufrimientos reservados a Cristo y la gloria que les seguiría. 12 A ellos les fue revelado que estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar.

Exhortación a la santidad

13 Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia. 15 Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta, 16 de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.

17 Y ya que ustedes llaman Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo. 18 Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto, 20 predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes. 21 Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios.

El amor fraterno

22 Por su obediencia a la verdad, ustedes se han purificado para amarse sinceramente como hermanos. Ámense constantemente los unos a los otros con un corazon puro, 23 como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la Palabra de Dios, viva y eterna. 24 Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo: la hierba se seca y su flor se marchita, 25 pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Esta es la Palabra que les ha sido anunciada, la Buena Noticia.

El nuevo Pueblo de Dios

2 1 Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia. 2 Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, 3 ya que han gustado qué bueno es el Señor.

4 Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, 5 también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. 6 Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido.

7 Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: 8 piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada.

9 Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz: 10 ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.

EL TESTIMONIO DEL CRISTIANO EN EL MUNDO

La esperanza a la que hemos renacido espiritualmente, lejos de confundirse con una actitud resignada y pasiva, debe convertirse en el motor de un nuevo estilo de vida: este es el tema de la segunda parte de la Carta. Por más que los cristianos sean "gente de paso y extranjeros" en este mundo (2. 11), no por eso deben apartarse de él. Al contrario, su esperanza los hace responsables de insertarse en las estructuras terrenas, guardando siempre una actitud sanamente crítica con respecto a ellas. Incluso, frente a la hostilidad abierta o solapada del mundo pagano, no cabe la agresividad, sino el testimonio del comportamiento cristiano.

Esta esperanza tiene que resplandecer sobre todo en medio de las persecuciones. Así lo recuerda Pedro a los creyentes de la Iglesia primitiva, y su advertencia nunca pierde actualidad. En lugar de sorprenderse, el cristiano debe recibir las persecuciones como una "gracia" (2. 19) y un motivo de gozo (4. 13-14). ¿Acaso no nos dice el Señor en el Sermón de la Montaña: "Felices los que son perseguidos por practicar la justicia"? (Mt. 5. 10). Las persecuciones nos ofrecen una incomparable oportunidad de dar razón de nuestra esperanza con firmeza y serenidad (3. 15). "Cristo, siendo justo, padeció por los injustos" (3. 18): es natural que los creyentes en él compartamos su misma suerte.

La conducta entre los paganos

11 Queridos míos, yo los exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a los deseos carnales que combaten contra el alma. 12 Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora los calumnian como a malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita.

Los deberes hacia las autoridades

13 Respeten a toda autoridad humana como quiere el Señor: 14 ya sea al rey, porque es el soberano, ya sea a los gobernadores, como delegados por él para castigar a los que obran el mal y recompensar a los que practican el bien. 15 La voluntad de Dios es que ustedes, practicando el bien, pongan freno a la ignorancia de los insensatos. 16 Procedan como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios, y no como quienes hacen de la libertad una excusa para su malicia. 17 Respeten a todo el mundo, amen a sus hermanos, teman a Dios, honren al rey.

Los deberes hacia los patrones

18 Servidores, traten a sus señores con el debido respeto, no solamente a los buenos y comprensivos, sino también a los malos. 19 Porque es una gracia soportar, con el pensamiento puesto en Dios, las penas que se sufren injustamente. 20 En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios.

El ejemplo de Cristo

21 A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. 22 Él no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. 23 Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. 24 Él llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados. 25 Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.

Los deberes de los esposos

3 1 También las mujeres sean dóciles a su marido, para que si alguno de ellos se resiste a creer en la Palabra, sea convencido sin palabra por la conducta de su mujer, 2 al ver su vida casta y respetuosa. 3 Que su elegancia no sea el adorno exterior –consistente en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos– 4 sino la actitud interior del corazon, el adorno incorruptible de un espíritu dulce y sereno. Esto es lo que vale a los ojos de Dios. 5 Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios y respetaban a sus maridos, 6 como por ejemplo, Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ahora ustedes han llegado a ser sus hijas, haciendo el bien y no dejándose inquietar por ninguna clase de temor.

7 Los maridos, a su vez, comprendan que deben compartir su vida con un ser más débil, como es la mujer: trátenla con el respeto debido a coherederas de la gracia que da la Vida. De esa manera, nada será obstáculo para la oración.

El espíritu fraternal

8 En fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericorDiosos y humildes. 9 No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria: al contrario, retribuyan con bendiciones, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición.

10 El que ama la vida

y desea gozar de días felices,

guarde su lengua del mal

y sus labios de palabras mentirosas;

11 apártese del mal y practique el bien;

busque la paz y siga tras ella.

12 Porque los ojos del Señor miran al justo

y sus oídos están atentos a su plegaria,

pero él rechaza a los que hacen el mal.

La actitud frente a la persecución

13 ¿Quién puede hacerles daño si se dedican a practicar el bien? 14 Dichosos ustedes, si tienen que sufrir por la justicia. No teman ni se inquieten: 15 por el contrario, glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. 16 Pero háganlo con delicadeza y respeto, y con tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán de sus calumnias los que difaman el buen comportamiento de ustedes como creyentes en Cristo. 17 Es preferible sufrir por hacer el bien, si esta es la voluntad de Dios, que por hacer el mal.

La resurrección de Cristo y el Bautismo

18 Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por los injustos– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu. 19 Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros, 20 a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos –ocho en total– se salvaron a través del agua. 21 Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, 22 que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.

Las costumbres paganas

4 1 Y ya que Cristo sufrió en su carne, compenétrense también ustedes de esta convicción: el que ha sufrido en la carne ha roto con el pecado. Porque el que sufre en la carne está libre del pecado, 2 para vivir el resto de su vida mortal, no según los deseos humanos, sino según la voluntad de Dios. 3 Ya han vivido bastante tiempo conforme al criterio de los paganos, entregándose a toda clase de desenfrenos, a los malos deseos, a las borracheras, a los excesos en la comida, a las orgías y al culto ilícito de los ídolos. 4 Ahora los paganos se extrañan de que ustedes no se precipiten con ellos hacia ese desborde de libertinaje, y se deshacen en injurias contra ustedes. 5 De esto, tendrán que rendir cuenta a aquel que juzgará a los vivos y a los muertos. 6 Porque la Buena Noticia ha sido anunciada a los muertos, para que ellos, después de haber sido juzgados en la carne conforme a su condición humana, vivan por el Espíritu con la vida de Dios.

La proximidad del tiempo final

7 Ya se acerca el fin de todas las cosas: por eso, tengan la moderación y la sobriedad necesarias para poder orar. 8 Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los pecados. 9 Practiquen la hospitalidad, sin quejarse. 10 Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 El que ha recibido el don de la Palabra, que la enseñe como Palabra de Dios. El que ejerce un ministerio, que lo haga como quien recibe de Dios ese poder, para que Dios sea glorificado en todas las cosas, por Jesucristo. ¡A él sea la gloria y el poder, por los siglos de los siglos! Amén.

El gozo en la persecución

12 Queridos míos, no se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes para ponerlos a prueba, como si les sucediera algo extraordinario. 13 Alégrense en la medida en que puedan compartir los sufrimientos de Cristo. Así, cuando se manifieste su gloria, ustedes también desbordarán de gozo y de alegría. 14 Felices si son ultrajados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes. 15 Que nadie tenga que sufrir como asesino, ladrón, malhechor o delator. 16 Pero si sufre por ser cristiano, que no se avergüence y glorifique a Dios por llevar ese nombre. 17 Porque ha llegado el tiempo en que comenzará el juicio, empezando por la casa de Dios. Ahora bien, si el juicio comienza por nosotros, ¿cuál será la suerte de los que se niegan a creer en la Buena Noticia de Dios? 18 Si el justo apenas se salva, ¿qué pasará con el impío y el pecador? 19 Por lo tanto, aquellos que sufren conforme a la voluntad de Dios, practiquen el bien, poniéndose en las manos de su Creador, que es fiel.

EXHORTACIÓN A LOS PASTORES Y A LOS FIELES

La última parte de la Carta se refiere a las relaciones entre los miembros de la Comunidad. A los que tienen la misión de presidirla, el Apóstol los previene especialmente contra todo abuso de la autoridad en provecho propio. A los fieles, a su vez, los llama a respetar a los pastores, y a comportarse humildemente entre sí y delante de Dios. Y para todos vale su exhortación a perseverar firmemente en la fe.

Los deberes de los jefes de la comunidad

5 1 Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria que va a ser revelada. 2 Apacienten el Rebaño de Dios, que les ha sido confiado; velen por él, no forzada, sino espontáneamente, como lo quiere Dios; no por un interés mezquino, sino con abnegación; 3 no pretendiendo dominar a los que les han sido encomendados, sino siendo de corazon ejemplo para el Rebaño. 4 Y cuando llegue el Jefe de los pastores, recibirán la corona imperecedera de gloria.

Últimas exhortaciones

5 De la misma manera, ustedes, los jóvenes, sométanse a los presbíteros. Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes. 6 Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que él los eleve en el momento oportuno. 7 Descarguen en él todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes.

8 Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar. 9 Resístanlo firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por el mundo padecen los mismos sufrimientos que ustedes. 10 El Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Cristo, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y confirmará, los hará fuertes e inconmovibles. 11 ¡A él sea la gloria y el poder eternamente! Amén.

Despedida

12 Les escribo estas palabras por medio de Silvano, a quien considero un hermano fiel, para exhortarlos y atestiguar que esta es la verdadera gracia de Dios: permanezcan adheridos a ella. 13 La Iglesia de Babilonia, que ha sido elegida como ustedes, los saluda, lo mismo que mi hijo Marcos. 14 Salúdense los unos a los otros con un beso de amor fraternal. Que descienda la paz sobre todos ustedes, los que están unidos a Cristo.

1 7. "El día de la Revelación de Jesucristo": ver notas Hech. 2. 17-21; 1 Cor. 1. 7.

11. Cristo ha inspirado también a los profetas del Antiguo Testamento; lo cual pone en evidencia el íntimo vínculo que existe entre la Antigua y la Nueva Alianza. Ver Heb. 1. 1-2.

16. Lev. 19. 2. Ver Mt. 5. 48.

18. Is. 52. 3.

24-25. Is. 40. 6-8.

2 2. "La leche pura de la Palabra": esta traducción parece ser la que mejor se adapta al contexto, que habla de la regeneración a una nueva Vida, en virtud del "germen incorruptible" que es "la Palabra de Dios, viva y eterna" (1. 23). La "leche" es un símbolo mesiánico, y evoca la promesa hecha por Dios a Moisés, de introducir a su Pueblo "en una tierra que mana leche y miel" (Éx. 3. 8). Otros traducen "leche pura y espiritual", y refieren el símbolo a Cristo, alimento espiritual de la comunidad mesiánica, o más concretamente, a Cristo presente en la Eucaristía, que los nuevos cristianos recibían después del bautismo.

3. Sal. 34. 9.

6. Is. 28. 16.

7. Sal. 118. 22. Ver nota Mt. 21. 42.

8. Is. 8. 14.

9. Éx. 19. 5-6. Ver Col. 1. 12-13.

10. Texto inspirado en Os. 1. 6, 9; 2. 3, 25.

11. Sal. 39. 13.

12. Ver Mt. 5. 16. "El día de su Visita": en el lenguaje bíblico, esta expresión designa generalmente las intervenciones favorables de Dios, y aquí se refiere al día en que Dios visitará a los paganos con su gracia.

13-17. Ver nota Rom. 13. 1-7.

16. Gál. 5. 13; Sant. 2. 12.

18. Ver Ef. 6. 5-9; Col. 3. 22 - 4. 1; 1 Tim. 6. 1-2; Tit. 2. 9-10; Flm. v. 16; nota 1 Cor. 7. 20-22.

21. Ver Jn. 13. 15; 1 Cor. 11. 1; Flp. 2. 5; Heb. 12. 2.

22. Is. 53. 9.

24. Is. 53. 12, 5. Ver nota Hech. 3. 13-14.

25. Is. 53. 6; Ez. 34. 15-16. Ver Lc. 15. 4-7.

3 1-7. Ver Ef. 5. 22-33; Col. 3. 18-19. "La Palabra" (v. 1): ver nota Mt. 13. 20.

6. Gn. 18. 12 (texto griego).

10-12. Sal. 34. 13-17.

14-15. Is. 8. 12-13 (texto griego). Ver Mt. 5. 10.

19. El texto no explicita el contenido de este "anuncio" hecho por Cristo, pero se trata probablemente de una proclamación de su victoria sobre el poder de la muerte. Algunos Padres de la Iglesia encuentran en este pasaje una afirmación de la universalidad de la salvación: Cristo murió por todos los hombres, por los que vivieron antes que él y por los que han vivido y vivirán después. Ver nota Ef. 4. 9.

20. Ver Gn. 6. 13 - 7. 16.

21. Ver Rom. 6. 3-5; Col. 2. 12.

22. Ver Ef. 1. 20-21; Col. 2. 15.

4 6. Este versículo, según parece, vuelve sobre el tema ya tratado en 3. 19, pero ahora la perspectiva es más amplia. Sin explicar de qué manera, se afirma en él que la acción salvadora de Cristo beneficia incluso a aquellos que no han recibido el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación.

8. Prov. 10. 12. Ver Sant. 5. 20.

10. "La multiforme gracia de Dios" otorga los dones extraordinarios del Espíritu Santo, llamados también "carismas". Ver Rom. 12. 3-8; 1 Cor. 12. 4-11.

17. La "casa de Dios" es la Iglesia (2. 5), la cual es purificada por las persecuciones, que anticipan el Juicio definitivo de Dios.

18. Prov. 11. 31 (texto griego).

5 1. Ver notas Hech. 11. 30; 14. 23.

5. Prov. 3. 34.

7. Sal. 55. 23 (texto griego).

8. Sal. 22. 14.

12. "Silvano": ver nota 2 Cor. 1. 19.

13. "Babilonia" es aquí una designación despectiva de Roma, como en Apoc. 17 - 18.

Pedro llama a Marcos su "hijo" porque lo había iniciado en la fe cristiana. Ver nota Hech. 12. 12.

14. "Beso de amor fraternal": ver nota Rom. 16. 16.

 

Volver al índice de La Biblia




SUBIR
Estadísticas ecatolico.com desde diciembre 16 de 2023 Fuente