Libro de Sofonías
SOFONÍAS fue el primero que hizo oír una voz profética en Judá, después del largo silencio que se había producido durante dos generaciones, una vez que Isaías y Miqueas pronunciaron sus últimos oráculos. El título del Libro sitúa la actividad de este profeta en tiempos del rey Josías (640-609 a. C.) y su predicación tuvo lugar casi seguramente hacia el 630, es decir, un tiempo antes de que aquel rey iniciara su célebre reforma religiosa (2 Rey. 22-23).
Ya hacía casi un siglo que Asiria había aniquilado al reino de Israel. También el reino de Judá había sido sometido al vasallaje de aquel poderoso Imperio. Esta dominación política trajo consigo la influencia de los cultos asirios sobre la población del reino del Sur. Frente a la corrupción generalizada y a las prácticas idolátricas, Sofonías aparece como un profeta "justiciero", que anuncia el "Día del Señor" como un día de ira y de venganza. Pero él no se contenta con reprobar las manifestaciones exteriores del pecado, sino que denuncia sus causas más profundas: el orgullo, la rebeldía y la falta de confianza en Dios.
A todo esto, Sofonías opone una actitud espiritual caracterizada sobre todo por la pobreza y la humildad del corazon. Es el profeta de los "pobres del Señor". A ellos se anunciaría siglos más tarde la Buena Noticia de la Salvación (Mt. 11.5) y ellos serían los "herederos del Reino que Dios ha prometido a los que lo aman" (Sant. 2. 5).
Título
1 1 Palabra del Señor dirigida a Sofonías, hijo de Cusí, hijo de Guedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en tiempos de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.
El juicio de Dios: contra toda la tierra
2 Yo lo arrasaré todo
De la superficie de la tierra
–oráculo del Señor–.
3 Arrasaré a los hombres y a las bestias,
arrasaré a los pájaros del cielo
y a los peces del mar;
haré caer a los malvados
y extirparé a los hombres
De la superficie de la tierra
–oráculo del Señor–.
Contra los cultos extranjeros
4 Extenderé mi mano contra Judá
y contra todos los habitantes de Jerusalén;
extirparé de este lugar
todo lo que queda de Baal,
el nombre de sus ministros
y a los sacerdotes junto con ellos.
5 Exterminaré a los que se postran en las terrazas
ante el Ejército de los cielos,
a los que se postran delante del Señor
y juran por Milcóm,
6 a los que se apartan del Señor,
a los que no lo buscan
ni lo consultan.
7 ¡Silencio delante del Señor,
porque el Día del Señor está cerca!
Sí, el Señor ha preparado un sacrificio
y ha consagrado a sus invitados.
Contra los dignatarios de la corte
8 El día del sacrificio del Señor,
yo pediré cuenta a los jefes y a los hijos del rey,
y a todos los que se visten a la moda extranjera.
9 Aquel día pediré cuenta
a todos los que saltan por encima del umbral,
a los que llenan de violencia y de fraude
la casa de su señor.
Contra los mercaderes de Jerusalén
10 Aquel día –oráculo del Señor–
se oirá un clamor desde la puerta de los Peces,
un alarido desde la Ciudad nueva
y un gran estruendo desde las colinas.
11 Giman, habitantes del Mortero,
porque todos los mercaderes han sido aniquilados,
y han sido extirpados todos los que pesan la plata.
Contra los escépticos
12 En aquel tiempo
yo escudriñaré con lámparas a Jerusalén
y pediré cuenta a los hombres
que se sientan sobre sus heces,
los que dicen en su corazon:
El Señor no hace ni bien ni mal".
13 Entonces, su riqueza será entregada al saqueo
y sus casas, a la desolación;
construirán casas y no las habitarán,
plantarán viñas y no beberán su vino.
El Día de la ira del Señor
14 ¡Está cerca el gran Día del Señor!
¡Está cerca y llega rápidamente!
¡Qué amargo es el clamor del Día del Señor!
¡Hasta el valeroso lanza un grito estridente!
15 ¡Día de ira será aquel día,
Día de angustia y aflicción,
Día de ruina y desolación,
Día de tinieblas y oscuridad,
Día nublado y de sombríos nubarrones,
16 día de sonidos de trompeta
y de gritos de guerra
contra las ciudades fortificadas
y contra las almenas elevadas!
17 Yo llenaré a los hombres de angustia,
y ellos caminarán como ciegos,
porque han pecado contra el Señor;
su sangre será derramada como polvo
y sus entrañas, como estiércol:
18 ni su plata ni su oro
podrán librarlos.
En el Día de la ira del Señor
y por el fuego de sus celos,
será devorada toda la tierra;
porque él hará un terrible exterminio
De todos los habitantes de la tierra.
Llamado a la conversión
2 1 ¡Reúnanse, sí, reúnanse, gente sin vergüenza,
2 antes que sean aventados
como la paja que desaparece en un día,
antes que llegue sobre ustedes
el ardor de la ira del Señor,
antes que llegue sobre ustedes
el Día de la ira del Señor !
3 Busquen al Señor, ustedes,
todos los humildes de la tierra,
los que ponen en práctica sus decretos.
Busquen la justicia,
busquen la humildad,
tal vez así estarán protegidos
en el Día de la ira del Señor.
ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES
Y CONTRA JERUSALÉN
El juicio de Dios alcanzará primero a su Pueblo –sobre todo, a Jerusalén– pero al fin llegará también para los pueblos vecinos que oprimieron a Israel en sus momentos más difíciles. Los oráculos de Sofonías contra las naciones reflejan el estilo propio de una época, que es común al de otros profetas, y ponen de relieve la soberanía del Señor sobre todos los poderes humanos.
Contra los filisteos
4 Porque Gaza será abandonada
y Ascalón quedará desolada;
Asdod será expulsada en pleno día
y Ecrón será arrancada de raíz.
5 ¡Ay de los habitantes de la liga del mar,
Del pueblo de los quereteos!
La palabra del Señor está contra ustedes,
Canaán, tierra de los filisteos:
¡Yo te haré perecer, hasta dejartesin habitantes!".
6 La liga del mar se convertirá en un pastizal,
en campos de pastoreo y en corrales de ovejas.
7 Y la liga pertenecerá
al resto del pueblo de Judá:
apacentarán sus ganados junto al mar
y al caer la tarde, descansarán en las casas de Ascalón;
porque el Señor, su Dios, los visitará
y cambiará su suerte.
Contra Moab y Amón
8 Yo escuché los insultos de Moab
y las injurias de los amonitas,
cuando insultaron a mi pueblo
y se engrandecieron a costa de su territorio.
9 Por eso, juro por mi vida
–oráculo del Señor de los ejércitos,Dios de Israel–
Moab quedará como Sodoma
y los amonitas como Gomorra:
un campo de cardos, una mina de sal,
una tierra desolada para siempre.
El resto de mi pueblo los saqueará,
lo que quede de mi nación los heredará.
10 Eso es lo que recibirán a cambio de su orgullo,
porque han insultado al pueblo del Señor de los ejércitos,
y se han engrandecido a costa de él.
11 El Señor se mostrará terrible con ellos,
cuando él reduzca a nada a todos los Dioses de la tierra
y se postren ante él, cada una en su lugar,
hasta las naciones de las costas más lejanas.
Contra Etiopía
12 ¡También ustedes, cusitas,
serán víctimas de mi espada!...
Contra Asiria
13 Él extenderá su mano contra el Norte
y hará desaparecer a Asiria;
convertirá a Nínive en una desolación,
en una tierra árida como el desierto.
14 En medio de ella descansarán los rebaños,
los animales de toda clase;
hasta el pelícano y el erizo
pasarán la noche en sus capiteles;
el búho gritará en la ventana
y el cuervo sobre el umbral,
porque el maderaje de cedro ha sido arrancado.
15 Así quedará la ciudad feliz,
la que vivía segura
y decía en su corazon:
¡Yo, y nadie más que yo!".
¿Cómo es que se ha convertido en una desolación,
en un refugio de animales?
Todos los que pasan junto a ella,
silban y hacen gestos con la mano.
Contra Jerusalén y sus jefes
3 1 ¡Ay de la rebelde, de la impura, de la ciudad opresora!
2 Ella no escuchó el llamado,
no aprendió la lección,
no puso su confianza en el Señor
ni se acercó a su Dios.
3 Sus jefes, en medio de ella,
son leones rugientes;
sus jueces, lobos nocturnos,
que no dejan nada para roer a la mañana;
4 sus profetas son fanfarrones,
hombres traicioneros;
sus sacerdotes han profanado las cosas santas
y han violado la Ley.
5 El Señor es justo en medio de ella,
no comete injusticias;
él dicta su sentencia cada mañana,
nunca falta al despuntar el día.
Pero el injusto no conoce la vergüenza.
La lección de las naciones
6 Yo he arrasado naciones,
sus almenas fueron destruidas;
Dejé desiertas sus calles,
nadie las transita;
sus ciudades fueron saqueadas,
¡no queda ni un hombre, ni un solo habitante!
7 Yo pensaba: "Al menos tú me temerás,
tú aprenderás la lección;
no podrá apartarse de sus ojos
todo aquello con que yo la he castigado".
¡Pero ellos no se cansaron de pervertir
todas sus acciones!
8 Por eso, espérenme–oráculo del Señor–
esperen el día en que yo me levantarécomo testigo;
porque yo he decidido reunir a las naciones
y congregar a los reinos,
para derramar sobre ellos mi indignación
y todo el ardor de mi ira.
Porque por el fuego de mis celos
será devorada toda la tierra.
PROMESAS DE SALVACIÓN
Después de algunos oráculos que figuran entre los más sombríos del Antiguo Testamento, el libro de Sofonías termina con un mensaje de esperanza. Nada puede anular el designio de Dios sobre su Pueblo. Por eso, al anuncio del castigo sucede una perspectiva de salvación. Habrá un "Resto" fiel, "un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor" (3. 12). Ese Nombre será glorificado entre los paganos y Jerusalén se llenará de alegría.
La conversión de los pueblos
9 Entonces, yo haré que sean puros
los labios de los pueblos,
para que todos invoquen el nombre el Señor
y lo sirvan con el mismo empeño.
10 Desde más allá de los ríos de Cus,
mis adoradores, los que están dispersos,
me traerán ofrendas.
El humilde Resto de Israel
11 Aquel día,
ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones
con las que me has ofendido,
porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes
que están en medio de ti,
y ya no volverás a engreírte
sobre mi santa Montaña.
12 Yo dejaré en medio de ti
a un pueblo pobre y humilde,
que se refugiará en el nombre del Señor.
13 El resto de Israel
no cometerá injusticias
ni hablará falsamente;
y no se encontrarán en su boca
palabras engañosas.
Ellos pacerán y descansarán
sin que nadie los perturbe.
La restauración de Jerusalén
14 ¡Grita de alegría, hija de Sión!
¡Aclama, Israel!
¡Alégrate y regocíjate de todo corazon,
hija de Jerusalén!
15 El Señor ha retirado las sentencias
que pesaban sobre ti
y ha expulsado a tus enemigos.
El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti:
ya no temerás ningún mal.
16 Aquel día, se dirá a Jerusalén:
¡No temas, Sión,
que no desfallezcan tus manos!
17 ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti,
es un guerrero victorioso!
Él exulta de alegría a causa de ti,
te renueva con su amor
y lanza por ti gritos de alegría,
18 como en los días de fiesta.
El retorno de los dispersos
Yo aparté de ti la desgracia,
para que no cargues más con el oprobio.
19 En aquel tiempo,
yo exterminaré a todos tus opresores,
salvaré a las ovejas tullidas,
reuniré a las descarriadas,
y les daré fama y renombre
en todos los países donde tuvieron que avergonzarse.
20 En aquel tiempo, yo los haré volver,
en aquel tiempo, los reuniré.
Sí, les daré fama y renombre
entre todos los pueblos de la tierra,
cuando cambie la suerte de ustedes
ante sus propios ojos,
Dice el Señor.
1 5. "Ejercito de los cielos" es el conjunto de los astros, adorados como Dioses. El culto astral se había generalizado en Judá bajo la influencia de Asiria (2 Rey. 17. 16; 21. 3; 23. 4-5). "Milcóm" era el Dios nacional de los amonitas. Jurar por él equivalía a reconocerlo como Dios. Ver nota Deut. 4. 19.
7. Ver Apoc. 19. 17-18.
9. "Los que saltan por encima del umbral": alusión a una práctica supersticiosa, como la de 1 Sam. 5. 5.
11. El "Mortero" era probablemente un barrio situado en la parte baja de Jerusalén.
12. "Que se sientan sobre sus heces": esta imagen alude a la práctica de trasvasar el vino nuevo, para quitarle las heces sedimentadas en el fondo del recipiente a fin de evitar que se enturbie o pierda su calidad.
14-18. Ver Is. 13. 9-16; Jl. 2. 1-11; Am. 5. 18-20.
15. Ver nota Jl. 2. 10.
2 5. Los filisteos son llamados "pueblo de los quereteos" o "cretenses", porque según la tradición hebrea procedían de la isla de Creta. Ver Ez. 25. 16.
7. Los israelitas siempre habían considerado a los filisteos como intrusos en Palestina. Sofonías anuncia que al fin serán expulsados y que Judá poseerá el territorio de Canaán hasta la costa marítima.
3 12-13. Por primera vez en la Biblia, el "resto de Israel" (Is. 4. 2-3; 11. 11; Am. 5.15) aparece identificado con los pobres y los humildes.
14-18a. Un redactor posterior, muy compenetrado de las ideas del Segundo Isaías, añadió a las promesas anteriores este himno jubiloso, que celebra la entronización del Señor en Sión.
14. Ver Zac. 9. 9.
15. Ver Is. 40. 2.
16. Ver Is. 35. 3-4; 41. 13-14.
17. Ver Is. 12. 6.
18b-20. La alusión a la reunión de los israelitas después del exilio indica que estos versículos son bastante posteriores al profeta Sofonías. Ver Miq. 4. 6.